Turismo o Agro, ¿cuál debe ser la ruta para el posconflicto?
Con la firma de los Acuerdos de Paz el pasado 24 de agosto del 2016 en la Habana, Cuba, se abrió una nueva era en la historia nacional la época del posconflicto, que trae consigo un sin número de nuevos escenarios y posibilidades para el país. Dos de las más grandes apuestas para reactivar la economía de las zonas más afectadas por el conflicto armado y potenciar el desarrollo económico y social del país son: el sector Agropecuario y el Turismo.
Ambas alternativas resultan atractivas, sin embargo, los recursos públicos son escasos, razón por la cual deberemos priorizar basando esta decisión en un análisis detallado de los costos y beneficios de cada uno de estos dos grandes frentes de desarrollo.
Colombia es un país con gran variedad de ecosistemas, climas y culturas, prueba de esto es que ocupa el segundo lugar en biodiversidad está entre las 12 naciones más megadiversas del planeta (Colciencias, 2016) gracias a su gran variedad y belleza de ecosistemas, paisajes y culturas. Estas condiciones hacen del país uno de los destinos más deseados a la hora de hacer turismo.
Durante muchos años estos paisajes y ecosistemas estuvieron en disputa por el conflicto armado, generando dinámicas como secuestros, asesinatos y confrontaciones armadas. Esta situación traía consigo efectos negativos sobre el turismo.
Desde la firma de los Acuerdos de Paz muchas de estas zonas se declararon zonas libres de violencia y peligro para los turistas. Esta situación generó un aumento significativo en la cantidad de turistas tanto nacionales como extranjeros. Según datos de Procolombia, para el primer semestre del 2017 el ingreso de extranjeros al país creció en un 46,3 % en comparación al mismo periodo del 2016, además, a 2016 el sector turismo era la segunda industria que más generaba divisas para el país luego del sector de hidrocarburos.
La otra cara del turismo es el llamado turismo malo o depredador, este tipo de turismo se caracteriza por generar dinámicas sociales y económicas nocivas para el desarrollo de la región, lo cual ocasiona el ingreso de turistas sin el menor respeto por los ecosistemas y culturas locales, desarrollos urbanos desordenados que afectan negativamente los ecosistemas locales, problemas sociales como prostitución infantil o venta de drogas ilícitas demandadas por los turistas.
El sector agropecuario resulta una de las mejores cartas del gobierno para reactivar la economía, disminuir los índices de desempleo y aprovechar el potencial de las tierras a lo largo del país. Según datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria, en 2016 el área cultivada a nivel nacional era de poco más de 5 millones de hectáreas.
Este sector ha sido uno de los de mayor crecimiento a lo largo del país, un ejemplo de esto son los datos publicados por el DANE para el primer trimestre del 2017 donde la economía en general creció 1,1%; sin embargo, el sector agropecuario fue el de mayor crecimiento en dicho periodo con un notable 7,7%, muy por encima de los demás sectores.
Este sector ha sido de vital importancia para el gobierno, muestra de esto son algunas iniciativas como por ejemplo la inyección de 200 .000 millones para impulsar la tecnificación, o la aprobación del CONPES de adecuación de tierras que garantizará en los próximos 20 años una ampliación en la cobertura de los distritos de riego y drenaje a 5.000 hectáreas, mejorando así la productividad del sector.
Ambos frentes tienen grandes potenciales para el desarrollo económico y social del país, en esta nueva era del posconflicto. Es deber de cada gobierno local identificar la potencial de su territorio para una adecuada formulación de instrumentos de planeación y presupuestación que permitan priorizar el gasto público desde los resultados obtenidos en lo que hoy en día se conoce como Presupuesto Orientado a Resultados.